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La donación de sangre en Argentina cae a niveles críticos: "La vida más longeva requerirá cada vez más donantes"

El descenso sostenido de voluntarios complica la atención hospitalaria y deja a miles de pacientes en situación vulnerable. Una experta detalló a Infobae qué hacer para revertir el fenómeno

22 de diciembre de 2025

La donación de sangre en Argentina enfrenta una crisis silenciosa con consecuencias inmediatas para la salud pública. El descenso sostenido en la cantidad de donantes, especialmente entre quienes lo hacen de manera voluntaria y habitual, ha puesto en riesgo la capacidad del sistema de salud para responder a emergencias, realizar cirugías y sostener tratamientos críticos.

Esta situación se agrava durante las Fiestas de fin de año y las vacaciones, cuando la disponibilidad de sangre disminuye aún más, lo que deja a miles de pacientes en una situación de vulnerabilidad.

La pulsión paradojal del propio ser humano complica las cosas y hace que la falta de percepción sobre la posibilidad real de necesitar una transfusión -nueve de cada diez personas podrían requerir sangre en algún momento de su vida- reduce la motivación para donar.

Las consecuencias de la baja
Las consecuencias de la baja donación de sangre se reflejan en demoras en cirugías programadas, interrupciones en tratamientos oncohematológicos y limitaciones severas en la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias en hospitales de todo el país (Imagen Ilustrativa Infobae)

La magnitud del problema se refleja en los datos: solo el 42% de los donantes en el país lo hacen de forma voluntaria, una cifra muy por debajo de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que promueven un modelo basado en la donación 100% voluntaria.

Según estimaciones del Ministerio de Salud de la Nación, si entre el 3% y el 5% de la población sana donara sangre dos veces al año, se cubrirían todas las necesidades transfusionales del país. Sin embargo, la realidad dista de ese objetivo y la tendencia muestra un descenso año tras año.

Las consecuencias de esta baja se sienten en los hospitales y centros de salud de todo el país. La falta de donantes voluntarios y habituales afecta directamente la calidad y seguridad de las transfusiones, consideradas pilares fundamentales de la medicina moderna.

Si entre el 3 por
Si entre el 3 por ciento y el 5 por ciento de la población sana argentina donara sangre dos veces al año, según cifras oficiales del Ministerio de Salud de la Nación, se podrían cubrir todas las necesidades transfusionales en el sistema de salud (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cuando la sangre escasea, se producen demoras en cirugías programadas, interrupciones en tratamientos oncohematológicos y se compromete la capacidad de respuesta ante emergencias. La falta de donación espontánea y periódica impacta directamente en la calidad y seguridad de las transfusiones, pilares fundamentales para cualquier tratamiento médico moderno, advierten los equipos de salud.

Los motivos del descenso en la donación de sangre

Diversos factores explican la caída en la donación de sangre. La desinformación y los mitos persisten, pese a los esfuerzos de los profesionales por educar y concientizar. Muchas personas solo donan cuando un familiar o amigo lo necesita, en vez de incorporar el acto como un hábito solidario. El miedo a las agujas, la preocupación por sentirse débiles o la creencia de que donar puede causar daño también desincentivan la participación.

Además, la falta de percepción sobre la posibilidad real de necesitar una transfusión -nueve de cada diez personas podrían requerir sangre en algún momento de su vida- reduce la motivación para donar.

A estos obstáculos se suman factores económicos y sociales, como la crisis que lleva a relegar actividades no obligatorias, y la migración de familiares al exterior, que debilita el modelo de reposición.

Los cambios en los hábitos alimentarios, el aumento de tatuajes (que implica períodos de espera para donar) y la mayor prevalencia de infecciones transmisibles por transfusión, como la sífilis, también limitan la elegibilidad de potenciales donantes. Un fenómeno sanitario preocupante es la disminución de la percepción de riesgo frente a infecciones como el VIH, lo que se traduce en menor uso de preservativos y, en consecuencia, más diferimientos en los bancos de sangre.

Nueve de cada diez personas
Nueve de cada diez personas podrían requerir una transfusión de sangre a lo largo de su vida, pero la falta de percepción sobre esta posibilidad resta motivación social para adoptar la donación como un hábito regular y solidario /Freepik

Mientras tanto, la demanda de sangre no deja de crecer. El envejecimiento de la población, el aumento de cirugías complejas y trasplantes, y la mayor expectativa de vida -asociada a enfermedades crónicas y tratamientos prolongados- incrementan cada año la necesidad de transfusiones. Los avances médicos, motivo de orgullo científico-social, exigen un sistema de donación robusto y sostenido.

Frente a este panorama, el llamado a la acción es urgente. La sangre no se compra ni se fabrica: solo se obtiene a través de la solidaridad de los donantes. La donación voluntaria y habitual es la única vía para garantizar la seguridad transfusional y sostener la atención médica. En épocas festivas y de vacaciones, cuando las donaciones disminuyen, la responsabilidad social cobra aún más relevancia.

Una donación regular no solo permite abastecer al sistema de salud, sino que también representa un acto de apoyo y esperanza para quienes atraviesan situaciones difíciles. La solidaridad de cada donante se transforma en tranquilidad y nuevas oportunidades para miles de familias argentinas.

Infobae entrevistó a Miriam Méndez, médica especialista en Hemoterapia e Inmunología y jefa del servicio de Hemoterapia del Hospital Alemán.

"La caída en la donación de sangre es creciente, sostenida en el tiempo y silenciosa, hay que precisar que es un recurso que no se puede fabricar ni reemplazar, es finito", adviertió Miriam Méndez, médica especialista en Hemoterapia e Inmunología y jefa del servicio de Hemoterapia del Hospital Alemán

-En lo que respecta a la donación de sangre, ¿por qué cree que está en crisis el paradigma de la acción de impacto social alrededor del acto de donar? Ninguna intervención simple o compleja puede realizarse sin sangre de donante.

Dra. Miriam Méndez: -Es un fenómeno claro en la Argentina y también alrededor del mundo. Hay que alentar sin vueltas la concientización acerca de la importancia de la donación de sangre, que puede ser por mí y mañana puede ser por otros, porque en el mientras tanto caen las cifras de donantes de manera contundente.

Por otro lado, Argentina siempre fue un país que tuvo mucha potencia en donación de sangre, en bancos de sangre, y sin embargo hay una serie de cuestiones que hieren la seguridad alrededor de la donación, que 'no va a ser seguro', que 'me va a pasar algo', que 'me voy a contagiar algo'.

Porque es un acto anónimo, generoso, es un acto profundo, humano, un regalo de esperanza, además del compromiso de todos.

La sangre no se compra
La sangre no se compra ni se fabrica, solo puede obtenerse a través de la solidaridad de los donantes, y la única vía para sostener la atención médica y la seguridad transfusional es la donación voluntaria, habitual y responsable (Imagen Ilustrativa Infobae)

-Me parece que una de las ideas más fuertes sobre las que hay que trabajar es que la donación de sangre no es segura. Esa idea debe frenar a muchos. Y además es falaz.

-En salud siempre nos enfrentamos a problemáticas y a falacias que hay que desacreditar con información sólida y clara para que no quede como una verdad instalada en la sociedad. La caída en la donación de sangre es creciente, sostenida en el tiempo y silenciosa, hay que precisar que es un recurso que no se puede fabricar ni reemplazar. Es finito.

Y lo más alarmante es no solo la disminución global del número de donantes, sino también la marcada reducción de donantes voluntarios y habituales, que garantiza la seguridad transfusional. Alguien que es voluntario y dona dos o tres veces al año, da soporte al sistema de salud. La falta de donación espontánea y periódica impacta directamente en la calidad de las transfusiones.

El déficit de donantes voluntarios
El déficit de donantes voluntarios y habituales es especialmente preocupante porque solo esta franja brinda soporte estable al sistema, permitiendo programar con anticipación las transfusiones y garantizar la continuidad de atención a largo plazo (Imagen Ilustrativa Infobae)

-El dato duro es que Argentina cuenta solo con un 42% de donantes. Es poco y bajo. ¿Qué pasó? Los jóvenes -en general- no van a donar.

-Por un lado, hoy necesitamos más donantes voluntarios; y por otro lado hay escasez de sangre por diferentes motivos. Primero: hay un número creciente de personas mayores de 70 años, es decir, mayor expectativa de vida, que requieren tratamientos oncohematológicos prolongados y cirugías de alta complejidad, por lo cual también se resiente el sistema de salud en este aspecto.

Cada vez hay más trasplantes, sobre todo de médula ósea, con un soporte sostenido de transfusiones y trasplantes hepáticos de otros órganos que necesitan transfusiones de sangre.

-De alguna manera, ante las buenas noticias científicas, se necesita más sangre.

-Los avances científicos nos ponen muy orgullosos como sociedad, por supuesto, pero sepamos que también aumentan la demanda transfusional. A qué se debe esta escasez: las causas son múltiples y se profundizaron. La desinformación sobre todo, mitos, desconocimiento. El donar sangre es una responsabilidad social colectiva.

Tiene que ver en esto, el sistema de salud, el Estado, el gobierno, la familia, la educación, nosotros como médicos, yo como ser humano. Si no me informo, si sigo en desconocimiento, si no tengo el hábito ni la rutina de hacer algo por el otro. La desinformación trae miedo, miedo a dolor, a sentir debilidad, a creer que me van a causar daño.

El donar sangre es un procedimiento totalmente seguro, se puede hacer varias veces al año, no solo dos. Obviamente que todos los bancos de sangre hacen controles antes de que la persona done para no perjudicar. Otra cuestión es que hay una falta de percepción entre la necesidad real y la percepción de riesgo. Es decir, 9 de cada 10 personas en algún momento pueden necesitar una transfusión. Y no se interna esta posibilidad. No hay motivación para donar sangre.

"La desinformación sobre todo, mitos y desconocimiento, juegan un papel clave, el donar sangre es una responsabilidad social colectiva que exige compromiso de todos los sectores", indicó Méndez (Imagen Ilustrativa Infobae)

-¿Cómo se traduce este escenario cuando hay una emergencia?

-El problema son las emergencias, lo que no está pactado, lo que no está programado. Se puede interrumpir un tratamiento y se compromete la respuesta a la emergencia. Porque para lo programado estamos totalmente preparados. Pero lo preocupante es cuando hay una urgencia. Si yo quiero donar cuando hay una urgencia, ya es tarde, porque a la sangre hay que analizarla y está disponible de un día al otro.

En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, hay adultos mayores sin familiares cercanos; por migración, hijos afuera, nietos afuera, están solos. Hay mucha gente que se tatúa, entonces hay un período largo de espera para poder realizar la donación. Hay mayor prevalencia de infecciones transmisibles por sangre, por transfusión, como la sífilis que viene de la mano del HIV. La población ha perdido el miedo al HIV, porque en este momento es una infección controlable. No es curable, pero por los avances terapéuticos se ha perdido el miedo a esa infección.

Esto se traduce en un menor uso de preservativos y en un aumento de los diferimientos en los bancos de sangre. Alguien puede presentarse a donar y, durante el cuestionario o la entrevista con el profesional, mencionar que ha tenido varias relaciones sin protección. Frente a esta situación, es necesario postergar la donación. Además, hay cambios en la dieta. El consumo de alimentos saludables disminuye, principalmente por la crisis económica, que está vinculada a estos factores. En consecuencia, se detectan casos de anemia, bajos hematocritos y niveles reducidos de hemoglobina, lo que también impide la donación.

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