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Por qué el Mundial es en Qatar?

Las sospechas de corrupción rodean la elección de Qatar como sede del Mundial de Fútbol 2023 desde hace una más de una década.

19 de noviembre de 2022

Cuando restan horas para que el balón comience a rodar en la competencia deportiva más convocante del mundo, la pregunta sobre por qué se juega en Qatar continúa sin una respuesta acabada.

Lo primero a decir es que fue el Comité Ejecutivo de la FIFA el que decidió hace ya más de diez años el destino qatarí. A fines de 2010, anunció que el Mundial de Fútbol se realizaría por primera vez en su historia en territorio árabe

Qatar resultó vencedor con 11 votos, frente a 4 de Corea, 3 por parte de Estados Unidos, otros 3 para Japón y, finalmente, un solo voto para Australia.

¿Cómo un país de menos de 3 millones de habitantes, sin tradición futbolística, con temperaturas de hasta 50 grados centígrados y sin infraestructura podía resultar vencedor en la contienda? ¡Y, para colmo, ganarle a potencias globales!

La pregunta giró en todas las redacciones periodísticas del mundo, que rápidamente olieron un fraude y salieron a su investigación. La historia reciente de la FIFA daba lugar para tales hipótesis.

La primer denuncia de corrupción provino de la revista France Football, la cual afirmó en 2013 tener fuentes que aseguraban que el gobierno de Qatar habría pagado 3,7 millones de dólares en coimas a los directivos de la FIFA.

El escándalo fue negado por las autoridades árabes pero sostenido por una mujer que manifestó haber trabajado para la asociación de fútbol qatarí, hasta ser echada. Con el tiempo no se sumaron nuevas pruebas y la denuncia fue desestimada.

Más tarde, las hipótesis de corrupción se sofisticaron y trazaron un complejo escenario de relaciones internacionales, en el cual Qatar habría utilizado su influencia económica para el solo provecho de que ciertos países representados en el Comité de la FIFA la apoyaran.

En esa dirección, se mostraría como prueba una reunión de noviembre de 2010 -pocos días antes de la elección de la FIFA- entre el presidente francés Nicolas Sarkozy, el titular de la UEFA -y mano derecha de Blatter- Michel Platini, y el emir qatarí, Tamim ben Hamad al Thani.

Tiempo después, la agencia Reuters informó que el emirato de Qatar acordó la compra de 24 aviones de combate franceses por un monto de 3.700 millones de euros. A la vez, en 2011 se conocería también que el grupo Qatar Investment Authority (QIA) compraba el 70 % del PSG, que se transformaría en un equipo de superestrellas de fútbol de atracción global, con Lionel Messi a la cabeza.

El poder blando de una potencia petrolera como Qatar, y su voluntad de albergar la competencia más televisada como una forma de darse a conocer al mundo, es una verdad de perogrullo. Incluso los funcionarios del emirato han asegurado que tomaron al mundial como una cuestión de Estado.

Sin embargo, respecto del caso francés, Platini negó haber recibido órdenes de Sarkozy para empujar la elección en favor de Qatar. Según describe el recomendable documental en serie "Los entresijos de la FIFA" (disponible en Netflix), Platini lo hizo por sola voluntad patriótica.

Esta vez, pese a su frondoso historial de muy cuestionable ética, Blatter parecería no tener que ver con la elección de Qatar, al menos en lo que se conoce hasta ahora. Días atrás, en una entrevista para el diario suizo Tribune, declaró: "Gracias a los cuatro votos de Platini y su equipo, la Copa del Mundo fue a Qatar en vez de a Estados Unidos; esa es la verdad".

"Dos ladrones", calificó Maradona a la yunta Blatter-Platini. Lo cierto es que el próximo domingo, en pleno mes de noviembre y tras numerosas denuncias por violaciones a los derechos humanos por parte del emirato, sumado al registro de miles de trabajadores muertos en las construcciones de la infraestructura mundialista, la pelota girará en Qatar.

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