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Walter Kutschmann, el criminal de guerra nazi escondido frente a las playas de Miramar

Fue un oficial de las SS responsable de la matanza de miles de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. En 1947 huyó a la Argentina bajo el nombre de Pedro Olmo. Llegó a un alto puesto ejecutivo en una empresa porteña pero fue descubierto en 1975. Huyó y lo encontraron en la localidad costera.

28 de marzo de 2023

Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB

Año tras año cumplía la misma rutina. Llegaba a las 7 y media; no saludaba a nadie; se instalaba en el segundo piso de Bernardo de Irigoyen 330, en el centro porteño; cumplía sus tareas; se retiraba; se metía en la boca del subte. Así fue durante casi 30 años. Ese hombre se llamaba Pedro Ricardo Olmo pero en realidad se llamaba Walter Kutschmann; era prácticamente desconocido por sus compañeros y cuando cayó su máscara se descubrió que escondía horrores sin nombre. El esquivo jefe de compras de Osram tenía un sangriento pasado: era miembro del partido nazi y oficial de las SS (fuerza de seguridad de élite de los nazis); fue responsable del crimen de profesores universitarios polacos en Wulencka, Ucrania, en 1941, y se lo acusó de asesinar a otros miles de judíos; había llegado a la Argentina en 1947 usurpando el nombre de un sacerdote español muerto. Todo salió a la luz por la combinación de la persistencia del "cazador de nazis" Simón Wiesenthal con el hacer de periodistas y fotógrafos, que persiguieron a Kutschmann-Olmo hasta hallarlo bajo el tranquilo cielo de Miramar. Así y todo, el oficial nazi no conoció la cárcel y falleció antes de que lo alcanzara la Justicia.

Kutschmann había nacido en Dresde en 1914. Se unió a las Juventudes Hitlerianas a los 14 años. Fue militar de la Luftwaffe (fuerza aérea alemana) y participó en el apoyo alemán a Franco durante la Guerra Civil española. Después de la invasión nazi a Polonia se trasladó a Leipzig y se enroló en las SS. Fue ascendido a Untersturmführer (jefe de asalto) y tuvo a su cargo un grupo de exterminio.

El 28 de abril de 1941, Kutschmann ordenó el fusilamiento de 20 profesores y sus familiares, ancianos, mujeres y niños. Posteriormente ordenó otras matanzas en las que murieron entre 1.500 y 2.000 judíos.

En 1944 fue trasladado a Francia. Cuando entrevió el derrumbe alemán Kutschmann huyó directamente a España.

Allí fue ayudado por Clara Stauffer, una dama española hija de alemanes que había montado una organización para facilitar la salida de Europa de fugitivos nazis. Walter Kutschmann tomó el nombre de Pedro Ricardo Olmo, un sacerdote fallecido durante la Guerra Civil, y se embarcó hacia Argentina, donde llegó el 16 de enero de 1948 a bordo del Monte Ambato, según cuenta Uki Goñi en "La auténtica Odessa".

Olmo se olvidó muy rápido de su investidura clerical y contrajo matrimonio con Geralda Baeumler. Al poco tiempo comenzó a trabajar en la empresa de luminarias Osram. Allí ascendió hasta tener su propia oficina y era conocido como "don Pedro", aunque sus tarjetas personales decían "Peter R. Olmo".

Su vida siguió tranquila durante muchos años en los que lo más notable, según se supo después, fueron sus varias mudanzas.

Verano de 1975

Pero llegó 1975. El 2 de julio Simón Wiesenthal acusó a Olmo de ser Kutschmann y en ese momento comenzó otra búsqueda: la de Alfredo Serra, periodista de la revista Gente. Serra preguntó por Kutschmann en Osram, pero ya no se hallaba allí. Le dijeron que estaba de licencia; después se supo que lo habían echado cuando se hizo público todo. Pero le confirmaron que "don Pedro" había reconocido ser Kutschmann, aunque negó todos los cargos de crímenes de guerra. Frente a las preguntas de cómo era Olmo, dónde vivía, cómo era su familia, y si la empresa conocía su verdadera identidad, la respuesta fue siempre la misma: "No se puede informar".

Kutschmann había desaparecido de la escena.

Serra continuó tras su presa y hacia diciembre un informante anónimo -que le dijo que era "un industrial de Junín" y le cobró un peso moneda nacional- le dio un dato: el ex SS estaba viviendo en Miramar. "El departamento está frente a la playa. Busque un Mercedes Benz gris de 1950. Es el único que hay allí", le dijo.

El periodista llegó a la localidad costera en diciembre de 1975 con el fotógrafo Ricardo Alfieri (hijo) y después de mucha paciencia lo vieron. Lo fotografiaron. Lograron hablar con él. Olmo-Kutschmann dijo que todo lo que decía Wiesenthal sobre su persona era mentira y que en marzo se iba a presentar ante la Justicia. Si llegaba vivo: "En Argentina hay 60 mil hombres armados dispuestos a matarme".

Marzo de 1976 trajo a nuestro país problemas mucho más urgentes y el rastro del comandante nazi se volvió a perder.

Verano de 1983

Cuando la dictadura se tambaleaba, siete años después, volvió a ser hallado. También por periodistas, también en Miramar. El 2 de marzo de 1983 la foto de un envejecido Walter Kutschmann fue tapa de todos los diarios. Al día siguiente, los mismos medios informaban que "el matrimonio de alemanes se había ido". De nuevo, desaparecido.

Kutschmann fue detenido recién el 14 de noviembre de 1985 por agentes de Interpol en Florida, en el conurbano bonaerense. Comenzó entonces un complejo procedimiento de tecnicismos legales para lograr su extradición a Alemania y así ser juzgado, pero la muerte le llegó antes. Su corazón se detuvo en 30 de agosto de 1986 en el Hospital Fernández, en la Ciudad de Buenos Aires.

El horror había terminado.

¿O no?

Revelación y espanto

Facundo Di Genova, autor de "En el lejano sudeste", contó en una nota periodística que una joven compró en 2012 un departamento en el barrio de Belgrano que, según se enteró después, había sido habitado por Kutschmann y su esposa Geralda. El lugar había sido una de las tantas viviendas en las que pasó sus días el "matrimonio alemán".

La compradora, perteneciente a la comunidad judía sefaradí, quedó en shock.

Pero le esperaba otro descubrimiento. Pedro y Geralda habían fundado en 1973 la Asociación Amigas de los Animales (AAA, nada menos), junto a un nutrido grupo de mujeres alemanas. "A lo largo de 1974 recogieron 1.400 animales. Consiguieron hogares para 90. Los postulados de la entidad hacen presumir que el resto, bien por vejez o por enfermedad o por las cada vez más imperiosas razones de fuerza mayor, fue sacrificado", afirma Silvia Urich, autora de "Los perritos bandidos", citada por Di Genova.

Para llevar a cabo esos sacrificios, el matrimonio Kutschmann-Baeumler había donado 16 cámaras de gas en distintos centros del territorio bonaerense, entre ellos Vicente López, San Isidro y, por supuesto, Miramar. (DIB) MM


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